CONMEMORACIÓN DE LOS FIELES DIFUNTOS
Viaje humano
Hoy la Iglesia Católica conmemora a los Fieles Difuntos. Aquí una reflexión que nos hace llegar Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.
La solemnidad de Todos los Santos y la Conmemoración de los fieles difuntos son dos celebraciones íntimamente unidas entre sí, como la alegría y las lágrimas. La Iglesia, peregrina en la historia, se alegra por la intercesión de los santos y los beatos que la sostienen en la misión de anunciar el Evangelio y por otra parte; como Jesús, comparte el llanto de quien sufre la separación de sus seres queridos.
La muerte, puede llegar y llega en cualquier momento “… no entiende de títulos, de éxito o fracaso. Y de duración entiende algo, pero no demasiado, porque ninguno tenemos una edad garantizada, salvo la que tenemos en este momento. No es que debamos vivir asustados, temerosos de un accidente o amenazados por la parca que está esperando tras alguna esquina. No es que la perspectiva de morir, o de perder a quienes amamos, tenga que paralizarnos. Pero sí debería darnos perspectiva. Para dedicar el tiempo a lo que creemos importante. Para amar de la mejor manera que sepamos. Para encontrar una pasión que llene nuestros días. Para no perder el tiempo en batallas vanas. Para no dejar para «algún día» lo que pensamos que debe ser «cuanto antes». Para llamar más a menudo a nuestros seres queridos. Para decirnos más las cosas buenas. Para preguntarnos, aún con mucho vértigo, si esto es todo o si hay algo más. Para vivir, cada día, sabiendo que puede ser el último. (José María Rodríguez Olaizola sj).
Y ese día, el último del viaje humano - para el que parte - queda enmarcado en nuestra memoria. Al visitar los lugares santos, como son los cementerios, se reavivan los recuerdos acumulados. Se entremezclan en nuestro corazón los sentimientos de desprendimiento de los seres queridos, la pena de la separación, el extrañarlos… Todo se vuelve oración – sabiéndolo o no – porque brota espontáneo encomendar al Dios de la Vida el bien que cada uno haya podido realizar. Nada de ese bien se pierde, sino que se eleva como preciosa ofrenda y al mismo tiempo como deseo de que puedan gozar ya de Su Presencia. Nuestra oración actualiza nuestro amor hacia ellos haciendo memoria de todo lo compartido en esta vida. Esto es lo que llamamos la “comunión de los santos”, de la Iglesia peregrina y de la Iglesia celestial. La comunión con nuestros seres queridos no se interrumpe con la muerte. Ellos están cerca de nosotros
Nos sostiene en la peregrinación diaria en esta tierra la certeza de que: “Jesús le ha quitado a la muerte la última palabra: quien cree en Él será transfigurado por el amor misericordioso del Padre para vivir una vida eterna y feliz”. (Papa Francisco, 2017). Esta es la certeza de nuestra fe la que nos ayuda a no perder jamás de vista la meta última de la vida, que es el paraíso y a seguir adelante obrando el bien. “Bienaventurados son aquellos que confían y creen que este viaje humano es un viaje sagrado, y que Tú estás encontrándonos una y otra vez en nuestro caminar”. (Javier Azuniga)
Angélica Diez, Misionera de la Inmaculada Padre Kolbe, Olavarría.
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