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CENTRO MISIONERO SAN CAYETANO

Novena a San Cayetano octavo día

Compartimos desde el Centro Catequístico Misionero San Cayetano, el octavo día de la Novena. Hoy rezamos por la familia.

Octavo día: viernes 5 de agosto

Rezamos por las familias

Pedido de perdón:

Hijo de Dios, que nacido de María te hiciste nuestro hermano. Señor, tené piedad.

Hijo del hombre, que elegiste nacer en el seno de una familia. Cristo, tené piedad.

Hijo Primogénito del Padre, que nos hacés formar parte de una sola familia. Señor, tené piedad.

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas (2, 1-12.16-19)

En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen.

José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada.

Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.

En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo:

Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre».

Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores.

Mientras tanto, María conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón.

Palabra del Señor.

La familia es el espacio para el crecimiento de los valores humanos y cristianos. Toda época tiene sus desafíos y en estos tiempos crecer en la fe como familia es una de las cosas más difíciles de llevar adelante: Transmitir la fe a los hijos lleva a plantearnos cómo seguir a Jesús en las situaciones cotidianas asumiendo los valores del Evangelio.

El Papa Francisco recuerda que, en general, para que una persona pueda cultivar la fraternidad en la sociedad y el cuidado a los demás, primero lo ha tenido que experimentar de manera artesanal en la propia familia. En una familia, los miembros son de casa; ninguno está excluido. Si uno tiene una dificultad, incluso grave, aunque se la haya buscado él, los demás acuden en su ayuda, lo apoyan; su dolor es de todos. En las familias todos contribuyen al proyecto común, todos trabajan por el bien común, pero sin anular al individuo; al contrario, lo sostienen, lo promueven. Se pelean, pero hay algo que no se mueve: ese lazo familiar. Las peleas de familia son reconciliaciones después. Las alegrías y las penas de cada uno son asumidas por todos. ¡Esto es ser familia! Si pudiéramos lograr ver al oponente político o al vecino de casa como mi hermano, qué bueno sería. ¿Amamos nuestra sociedad o sigue siendo algo lejano, algo anónimo, que no nos involucra o no nos compromete?

En estos momentos donde todo parece diluirse, nos hace bien recurrir a la solidez que surge de sabernos responsables de la fragilidad de los demás buscando un destino común como familia humana. La solidaridad se expresa en el servicio de hacernos cargo de los demás. Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestro barrio, de nuestra comunidad, de nuestro pueblo. En esta tarea cada uno es capaz de dejar de lado sus búsquedas y deseos ante la mirada concreta de los más frágiles. El servicio siempre mira el rostro del hermano, siente su projimidad y hasta en algunos casos la “padece”, buscando promoverlo. Por eso nunca el servicio es ideológico, ya que no se sirve a ideas, sino que se sirve a personas.

Confiamos nuestras familias a la protección de Dios bajo la intercesión de San José y de nuestro amigo San Cayetano, ambos patronos de la Providencia divina, del cuidado de Dios para nosotros.

Gesto: ¿Somos instrumentos de paz en nuestras familias o contribuimos a la división con viejas heridas? Cuando surge una dificultad ¿cuidamos la fragilidad poniéndonos al servicio, o no nos involucramos?

Bendecimos con agua bendita a los miembros del hogar, familiares que no veo hace mucho tiempo, familias vecinas, amigas, conocidas del barrio y de la comunidad. Realizamos al rociarlos con agua bendita una breve oración pidiendo la fortaleza y la protección de Dios.

Oración a San Cayetano

Dios de todo consuelo, Padre misericordioso, que ves en lo secreto y conocés nuestras necesidades, que alimentás a los pájaros del cielo y vestís los lirios del campo, te pedimos, por intercesión de san Cayetano, que nos des fuerzas para arrepentirnos de nuestros pecados, de modo que, viviendo en amistad con Dios y con todos nuestros hermanos, no nos falte el pan y el trabajo de cada día. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

 

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