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VUELTA AL LAGO EPECUEN

Se corrió la vuelta al Lago Epecuén

No fue un sábado más para la localidad de Carhué. Distante a 550km de Buenos Aires, la ciudad cabecera del partido de Adolfo Alsina tuvo una fiesta diferente en la plaza Nicolás Levalle con la primera edición de la Vuelta al Lago Epecuén, la carrera que buscó correr más allá del tiempo.

La idea fue resignificar Villa Epecuén, una villa turística en ruinas tras la gran inundación de 1985.

La prueba contó con distancias de 63, 23 y 14km. Cada una intentó, con una dificultad distinta, hacer que cada participante pudiera sentir en carne propia el paso por las ruinas de la villa turística de Epecuén.

Desde un principio, la misión de la carrera era mirar hacia adelante sin olvidar la historia, los orígenes. De allí la intensa búsqueda de resignificar y darle valor a un espacio urbano que quedó completamente cubierto por el agua.

Así, en los 63km ganó el pampeano Marcelo Millán (5h02m33s), seguido por Néstor Arroyo (5h44m05s) y Guillermo Starchevich (5h55m31s). Entre las damas, el podio lo formaron la también pampeana María de los Ángeles Alderete (7h16m44s), Mariana Zubillaga (7h48m24s) y Jimena Cuberes (9h38m37s).

Los 23km, con partida desde la vieja estación de trenes, quedaron en manos del carhuense Gustavo Barros (1h36m34s) seguido por sus coterráneos Federico Best (1h37m15s) y Leandro Canero (1h38m05s). Mientras que entre las mujeres se impuso la rosarina Analía Pascutto (1h50m55s), quien fue secundada por Daiana Espiérrez (1h52m36s) y Gabriela Cañas (2h05m42s).

Y en los 14km lideró Franco Aguilar (1h00m17s), acompañado por Osvaldo Leiva (1h00m39s) y Daniel Manzi (1h00m43s). En damas, la porteña Rocío Seré fue la vencedora (1h05m27s), seguida por Marita Álvarez (1h06m17s) y Macarena Lezica (1h06m37s).

“Fue una carrera muy linda y dura a la vez. La parte más dura la agarramos de noche cuando pasamos por una zona de piedras y laja”, contó Millán, ganador de la distancia más larga. “Al final, como puede pasar con este tipo de carreras, fueron más de 60km (63 en total) y valió la pena estar en la primera edición. Me pude despegar después del km 16 y mantener el ritmo hasta el final”, agregó. Mientras que Alderete, la mujer que más rápido corrió en los 63km explicó: “Se hizo muy dura cuando salió el sol. Corrí junto con un corredor de Buenos Aires y nos fuimos acompañando hasta el final”.

Por su parte, el intendente de Aldolfo Alsina, David Hirtz, antes de la entrega de premios, contó: “Agradezco en nombre de todo Carhué que personas de afuera se hayan interesado por organizar un evento deportivo que para la zona fue muy grande. El año que viene vamos a repetir la experiencia y ojalá sean muchos más quienes, con la excusa de correr, vengan a conocer la zona”. En sintonía, el Secretario de Turismo, Javier Andres, dijo: “Queremos darle valor a la historia de nuestra ciudad. Por eso se nos ocurrió hacer esta carrera. La idea es que haya más afluencia turística y en una carrera convergen dos cosas fundamentales: deporte y turismo”.

ACERCA DE CARHUÉ Y EPECUÉN 

El Lago Epecuén es un espejo de agua de casi 30 kilómetros de largo, tiene un índice de salinidad más alto que el Mar Muerto, en Israel, el barro con altas propiedades curativas y las aguas termales conforman un polo de atracción que hoy se centra en la ciudad de Carhué. A solo 10 kilómetros de la antigua villa inundada hace más de tres décadas.

Villa Epecuén fue fundada en 1821, y durante más de 60 años creció hasta alcanzar la posibilidad de alojar a 5000 turistas. Desde los años ´40 Epecuén era el segundo destino turístico de la provincia de Buenos Aires. Entre los factores que la destacaban aparece rápidamente que fue un centro de turismo de salud que la aristocracia porteña visitaba persiguiendo las propiedades curativas de las aguas del lago con una cantidad de minerales similares a las del Mar Muerto. En la década del ´60 el perfil turístico cambió pero siguió creciendo. Villa Epecuén llegó a tener 2 trenes diarios que llegaban desde Buenos Aires en temporada alta.

No se trata de la única curiosidad que tiene la laguna de Epecuén. Como sus aguas son muy saladas, no tiene peces, pero sí una enorme concentración de artemias salinas, un raro crustáceo capaz de una supervivencia extraordinaria. La artemia salina, que puede vivir en aguas como las de Epecuén, es la comida preferida de los flamencos australes, de tono muy rosado, que forman allí una de las mayores colonias de esas aves conocidas en el continente. Junto a ellos hay macás plateados, faralopos y otras aves acuáticas, algunas de ellas migratorias que vienen desde el hemisferio norte.

En 1985, exactamente un 10 de noviembre, el agua lo cambió todo. Las inundaciones en las Lagunas Encadenadas del oeste bonaerense hicieron crecer las aguas en proporciones extraordinarias amenzando a gran cantidad de ciudades en la región. Cuando se abrieron las compuertas de la Laguna de Guaminí, la última de las encadenadas, el Lago Epecuén desbordó un gran terraplén e inundó las calles del pueblo. El ingreso del agua fue tan veloz que mucha gente no pudo sacar sus vehículos, apenas algunas pertenencias. En pocos días lo que había sido una pujante villa turística quedó sumergida bajo el agua.

Las ruinas de Villa Epecuén permanecieron bajo el agua salada durante casi 20 años. El agua del lago recuperó su alto índice de salinidad a medida que decrecía su caudal y esa sal fue transformando todo. Hoy esas ruinas están rodeadas de árboles blancos, impregnados de una combinación mineral que los emparenta con el mármol.

Las ruinas de Villa Epecuén son hoy Patrimonio de la provincia de Buenos Aires y parte del impulso turístico generado la ciudad de Carhué, a solo 10 kilómetros. El lugar volvió a ser un centro termal con propiedades curativas como lo fue antes de la gran inundación. De esa forma, la unión del pasado con el presente será una sensación que experimentarán todos los corredores, elijan la distancia que elijan. Por ello, se trata de correr más allá del tiempo en un lugar que busca y debe ser recordado como la gran villa turística que albergó a miles de personas en las décadas del ´60, ´70 y mitad de los ´80.

Artemias, flamencos, salinidad extrema. La laguna de Epecuén quiere recuperarse. Desde que las aguas bajaron, se empezó a ver de nuevo playitas y pequeñas bahías cubiertas de blanco. De lejos, parece nieve. De cerca es como una espesa capa de sal gruesa que se forma en los lugares más protegidos de la costa. Son cristales de sulfato, que no hay que confundir con sal gruesa. 

Dirección de Comunicación Municipalidad de Adolfo Alsina

             Fotos Constanza Crego – Graciela Zannitti

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