Requiem para el periodismo
Oscar Bissio cumplió 40 años desde su incursión en el periodismo. Aquí un artículo que compartió en sus redes sociales y que muestra su mirada sobre la evolución de la profesión desde aquel 30 de mayo de 1984 a la actualidad.
Cuando un 30 de mayo de hace cuatro décadas debuté en el periodismo los sueños brotaban como la sangre caliente y en el alma habitaba la urgencia de cumplirlos.
Hoy, el alma está cansada. Aquel romanticismo que sorbí rodeado de leyendas comarcales del oficio fue secándose al unísono de la modernidad.
Las nuevas épocas fueron convirtiéndose poco a poco en un letal atentado contra aquellas pasiones que le daban identidad al estilo periodístico.
Atentados devenidos en asaltos al buen gusto, al conocimiento y a esa tierna angustia de aprender todos los días y saberlo todo.
Algo se ha perdido y no puede saberse bien qué. Pero aquel periodismo contaba con otros cimientos cuasi monolíticos.
Hoy aquellos musculosos soportes han sido reemplazados por un lenguaje vulgar y limitado que busca el efecto del corto plazo pero que no obtiene (por superfluo) el premio de invitar a la reflexión y el pensamiento.
Bienvenidas las nuevas formas. Cuán saludable sería que lleguen con inteligencia, conocimiento y sabiduría.
Ojalá este rumbo sombrío y errante que ha tomado el periodismo degradado tal como casi la totalidad del resto de las áreas sociales pueda modificarse.
El oficio está en un limbo.
O revisa su propia esencia o se caerá a un infierno de mediocridad.
Potencial hay. Pero quienes lo atesoran prefieren flagelarse al mostrar productos triviales y frívolos.
El periodismo tal como lo concebí ya no existe. Pero a las pretensiones no hay que matarlas. Está viva la esperanza de recuperar aquellos cimientos para sostenerlos en las nuevas plataformas.
La televisión convencional se muere junto a las franjas etarias mayores; la gráfica da una pelea in extremis; y la radio puede convertirse en un paraíso superviviente si no se insiste con acosarla y lesionar su magia natural con aditamentos visuales.
Se sienten los últimos latidos de las primeras de las últimas maneras de comunicación.
Ergo: se empiezan a apagar los intentos audiovisuales fijados en la estrictez de un horario o duración.
Los tiempos dinámicos –ojalá que con cimientos y sabidurías al rescate- ya llegan con el diseño de un formato libre e independiente.
Sin formas de canal, ni de emisora, ni de página. El futuro llega con forma de contenido breve y monotemático para que el usuario no pierda demasiado tiempo.
Se brega después de 40 años para que se haga con lucidez, talento y compromiso, condiciones que escasean en el presente inframundo del periodismo.
Hay que salir al rescate para recuperar un romanticismo aggiornado y acorde a los nuevos tiempos.
Borgeanamente, todo puede ser como “el día ulterior que sucede a la agonía”.
Oscar Bissio
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